Es la iglesia nacional de los belgas. En el siglo XI, una comunidad de flamencos instalada en Roma construyó un hospicio y una capilla dedicada al santo patrón, para acoger a todos aquellos peregrinos y visitantes de su país que pasaban por la ciudad.
Al principio, la iglesia fue administrada por los Países Bajos y después pasó a Bélgica. El complejo es hoy administrado por la Stichting Sint‑Juliaan, una fundación laica belga que desciende de la antigua hermandad.