El Papa Francisco a los Jóvenes para la JMJ 2024: «La Esperanza vence toda ansiedad y todo cansancio»
«El año pasado comenzamos a recorrer el camino de la esperanza hacia el gran Jubileo, reflexionando sobre la expresión paulina “alegres en la esperanza” (cf. Rm 12,12). Precisamente para prepararnos a la peregrinación jubilar del 2025, este año nos inspiramos en el profeta Isaías, que afirma: “Los que esperan en el Señor caminan sin cansarse” (cf. Is 40,31)». Está totalmente orientado hacia el Jubileo y el tema de “La esperanza que no defrauda” el Mensaje del Papa Francisco a los jóvenes para la XXXIX Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en las Iglesias de todo el mundo el próximo 24 de noviembre de 2024.
«También nosotros, hoy - continúa el Papa en el Mensaje publicado el pasado 17 de septiembre - vivimos tiempos marcados por situaciones dramáticas que generan desesperación e impiden mirar el futuro con serenidad: la tragedia de la guerra, las injusticias sociales, las desigualdades, el hambre, la explotación del ser humano y de la creación. Frecuentemente los que pagan el precio más alto son ustedes los jóvenes, que perciben la incertidumbre del futuro y no vislumbran posibilidades claras a sus sueños, corriendo así el riesgo de vivir sin esperanza, prisioneros del hastío y de la tristeza, a veces arrastrados por la ilusión de la delincuencia y las conductas destructivas (cf. Bula Spes non confundit, 12). Por ello, queridos jóvenes, me gustaría que también a ustedes llegue el mensaje de esperanza: del mismo modo hoy el Señor abre frente a ustedes un camino y los invita a recorrerlo con gozo y esperanza».
La vida misma de cada uno es una «peregrinación», subraya el Santo Padre, «un viaje que nos impulsa más allá de nosotros mismos, un camino en búsqueda de la felicidad; y la vida cristiana, en particular, es una peregrinación hacia Dios, nuestra salvación y plenitud de todo bien». Pero del camino también forman parte el cansancio, la fatiga y, a veces, el hastío de la repetitividad. «En algunos casos, lo que provoca ansiedad y cansancio interior son las presiones sociales que constriñen a alcanzar ciertos estándares de éxito en los estudios, el trabajo y la vida personal. Esto produce depresión, ya que vivimos en el afán de un activismo vacío que nos lleva a llenar el día con miles de cosas y, a pesar de ello, tener la sensación de nunca hacer lo suficiente y nunca estar a la altura. A este cansancio se une frecuentemente el hastío. Es ese estado de apatía e insatisfacción de quien no se involucra en nada, no se decide, no elige, nunca arriesga y prefiere permanecer en su zona de confort, encerrado en sí mismo, viendo y juzgando el mundo detrás de una pantalla, sin jamás “ensuciarse las manos” con los problemas, con los demás, con la vida. Este tipo de cansancio es como un cemento en el cual están sumergidos nuestros pies, que termina por endurecerse, se vuelve pesado, nos paraliza y nos impide caminar. ¡Prefiero el cansancio de quien está en camino que el hastío de quien permanece detenido y sin deseo de caminar!».
Ante el riesgo de la apatía, provocada por el cansancio, por el “desierto espiritual”, el Papa sugiere un antídoto a los jóvenes. «La solución al cansancio, paradójicamente, no es detenerse a descansar. Es más bien ponerse en camino y volverse peregrinos de esperanza. Esta es mi exhortación: ¡caminen en la esperanza! La esperanza vence todo cansancio, toda crisis y toda ansiedad, dándonos una fuerte motivación para seguir
adelante, porque esta esperanza es un regalo que recibimos de Dios mismo. Él colma de sentido todo nuestro tiempo, nos ilumina en el camino, nos indica la dirección y la meta de nuestra vida».
Por lo tanto, la invitación que les hace es a ponerse en camino hacia el Jubileo, «no como simples turistas, sino como peregrinos». El peregrino, dice el Papa, «se sumerge de lleno en los lugares que encuentra, los hace hablar, los convierte en parte de su búsqueda de la felicidad. La peregrinación jubilar, por lo tanto, ha de ser signo del viaje interior que todos estamos llamados a hacer, para llegar al destino final».
La esperanza del Santo Padre es volver a encontrarse con los jóvenes en Roma en 2025. «Los exhorto a vivir la peregrinación con tres actitudes fundamentales: el agradecimiento, para que sus corazones se abran a la alabanza por los dones recibidos, ante todo por el don de la vida; la búsqueda, para que el camino exprese el deseo constante de buscar al Señor y de no de apagar la sed del corazón; y, por último, el arrepentimiento, que nos ayuda a mirar dentro de nosotros mismos, a reconocer los pasos y las decisiones equivocadas que a veces tomamos».
Al llegar a la Plaza de San Pedro, recuerda al final el Santo Padre, los jóvenes serán “abrazados” y acogidos idealmente por la espléndida columnata diseñada por Gian Lorenzo Bernini. «La columnata, en su conjunto, tiene la forma de un gran abrazo: son los dos brazos abiertos de la Iglesia, nuestra madre, que acoge a todos sus hijos. En este próximo Año Santo de la Esperanza, los invito a todos a experimentar el abrazo del Dios misericordioso, a experimentar su perdón, la remisión de todas nuestras “ofensas interiores”, como era tradición en los jubileos bíblicos. Y así, acogidos por Dios y renacidos en Él, conviértanse también ustedes en brazos abiertos para tantos de sus amigos y coetáneos que necesitan sentir, a través de vuestra acogida, el amor de Dios Padre. Que cada uno de ustedes regale «aunque sea una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito, sabiendo que, en el Espíritu de Jesús, esto puede convertirse en una semilla fecunda de esperanza» (ibíd., 18), y se conviertan así en incansables misioneros de la alegría».