Diáconos. La homilía del Papa leída por Mons. Fisichella: «Sean “escultores” del rostro misericordioso del Padre»

25 febrero 2025

«El diácono es un servidor, uno que lava los pies al mundo». Estas son las palabras más repetidas por los miles de diáconos que han venido a Roma para su Jubileo, que ha tenido lugar del viernes 21 al domingo 23 de febrero. Italia, España, Polonia, Francia, México, Colombia, Puerto Rico, Brasil, Estados Unidos y Cabo Verde son sólo algunos de los aproximadamente 100 países de proveniencia de los 6.000 diáconos, con sus esposas y familias, que han participado en el Jubileo.

El evento de tres días ha comenzado el viernes 21 de febrero con la acogida de los diáconos en 12 iglesias del centro de Roma, donde primero se han reunido en oración para el Rezo de la Hora Media, y luego han escuchado la catequesis de los obispos. El sábado por la tarde, después de la peregrinación a la Puerta Santa, el cardenal Lazzaro You Heung-sik, Prefecto del Dicasterio para el Clero, ha presidido la Vigilia de oración en el Aula Pablo VI con los diáconos, sus esposas y sus familiares. Durante la oración, tres diáconos de diferentes partes del mundo han intervenido con breves testimonios.

El domingo por la mañana, el Pro-Prefecto del Dicasterio para la Evangelización, S.E. Mons. Rino Fisichella, delegado del Papa Francisco, ha presidido la Santa Misa con la ordenación de veintitrés nuevos diáconos permanentes. El texto de la Homilía, leído por Mons. Fisichella, fue enviado por el Santo Padre. «El mensaje de las lecturas que hemos escuchado - ha leído el Pro-Prefecto - se podría resumir con una palabra: gratuidad. Un término ciertamente apreciado por ustedes diáconos, aquí reunidos para la celebración del Jubileo. Reflexionemos entonces sobre esta dimensión fundamental de la vida cristiana y del ministerio de ustedes, en particular desde tres aspectos: el perdón, el servicio desinteresado y la comunión». La primera palabra es el «perdón». «El anuncio del perdón es una tarea esencial del diácono. De hecho, este es un elemento indispensable para cada camino eclesial y es una condición para toda convivencia humana. Jesús nos habla sobre esta exigencia y sobre su alcance cuando dice: «Amen a sus enemigos» (Lc 6,27). Y es precisamente así: para crecer juntos, compartiendo luces y sombras, éxitos y fracasos los unos de los otros, es necesario saber perdonar y pedir perdón, restableciendo relaciones y no excluyendo de nuestro amor ni siquiera a quien nos golpea y traiciona».

El segundo punto es «el servicio desinteresado» «El Señor, en el Evangelio - ha continuado el obispo -, lo describe con una frase tan simple como clara: «Hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio» (Lc 6,35). Pocas palabras que llevan consigo el buen perfume de la amistad. Ante todo, la de Dios por nosotros, pero luego también la nuestra. Para el diácono, dicho comportamiento no es un aspecto accesorio de su actuar, sino una dimensión esencial de su ser. En efecto, se consagra para ser, en el ministerio, “escultor” y “pintor” del rostro misericordioso del Padre, testigo del misterio del Dios-Trinidad».

La última perspectiva destacada ha sido la de la «gratuidad come fuente de comunión». «Dar sin pedir nada a cambio une, crea vínculos, porque expresa y alimenta un estar juntos que no tiene más finalidad que el don de sí y el bien de las personas. San Lorenzo, su santo patrón, cuando sus acusadores le pidieron que entregara los tesoros de la Iglesia, les mostró a los pobres y les dijo: “¡Este es nuestro tesoro!”. Es así como se construye la

comunión. Diciéndole al hermano y a la hermana, con las palabras, pero sobre todo con las obras, personalmente y como comunidad: “para nosotros tú eres importante”, “te amamos”, “queremos que participes en nuestro camino y en nuestra vida”. Esto hacen ustedes: esposos, padres y abuelos decididos, en el servicio, a abrir sus familias a quien pasa necesidad, allí donde viven».

El próximo gran evento jubilar será el Jubileo del Mundo del Voluntariado, que tendrá lugar el 8 y el 9 de marzo.